Para saber si una persona es intolerante al gluten, lo más recomendable es consultar con un médico especialista que pueda realizar las pruebas necesarias para descartar otras condiciones como la enfermedad celíaca o la alergia al trigo. Si se confirma la intolerancia al gluten, el tratamiento consiste en seguir una dieta estricta sin gluten, que evite el consumo de alimentos que contengan esta proteína, como el pan, la pasta, la pizza, las galletas, los cereales, las salsas, las sopas o las cervezas. También se debe prestar atención a los productos procesados o envasados que puedan contener gluten oculto, como los embutidos, los quesos, los aderezos o los caramelos.
Seguir una dieta sin gluten puede ayudar a mejorar los síntomas de la intolerancia al gluten y a prevenir posibles complicaciones a largo plazo. Sin embargo, es importante hacerlo bajo supervisión médica y nutricional, para asegurar una alimentación equilibrada y variada que aporte todos los nutrientes necesarios para la salud.
El gluten es una proteína que se encuentra en el trigo, la cebada y el centeno, y que puede causar problemas digestivos e inflamatorios en algunas personas. La intolerancia al gluten, también conocida como sensibilidad al gluten no celíaca, es una condición que afecta a un porcentaje de la población que no tiene la enfermedad celíaca ni la alergia al trigo, pero que experimenta síntomas similares al consumir alimentos con gluten.
Los síntomas de la intolerancia al gluten pueden variar de una persona a otra, y pueden incluir los siguientes:
– Diarrea o estreñimiento: La intolerancia al gluten puede alterar el funcionamiento normal del intestino y provocar episodios frecuentes de diarrea o estreñimiento, que pueden afectar la absorción de nutrientes y causar deshidratación o malestar general.
– Distensión abdominal o gases: La intolerancia al gluten puede causar una sensación de hinchazón o llenura en el abdomen, así como la acumulación de gases que puede generar dolor o incomodidad.
– Fatiga o dolor de cabeza: La intolerancia al gluten puede afectar el nivel de energía y el estado de ánimo de una persona, y provocar fatiga, debilidad, dolor de cabeza, depresión o ansiedad.
– Erupción cutánea o úlceras en la boca: La intolerancia al gluten puede manifestarse también en la piel, causando una erupción con picazón y ampollas llamada dermatitis herpetiforme, o úlceras en la boca que pueden ser dolorosas.
– Dolor articular o muscular: La intolerancia al gluten puede generar una respuesta inflamatoria en el organismo, que puede afectar las articulaciones o los músculos y causar dolor, rigidez o hinchazón.
– Problemas neurológicos: La intolerancia al gluten puede tener un impacto en el sistema nervioso, y causar problemas como confusión mental, falta de concentración, problemas de memoria, falta de coordinación o convulsiones.